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El Lado No Lineal de la Fuerza: EditDroid y la Rebelión Digital


Lucasfilm
Lucasfilm

Ayer fue May the Fourth, una fecha sagrada para quienes crecimos soñando con galaxias lejanas, rebeldes improbables y naves que hacen saltos al hiperespacio. Pero si eres como yo, también es una buena excusa para hablar de lo que realmente importa: la historia de la postproducción moderna.


Y sí, una vez más, todo comienza con Star Wars.


George Lucas: El editor atrapado en el siglo XIX

Antes de convertirse en emperador de su propio imperio creativo, George Lucas era un editor frustrado. A pesar de tener a grandes montadores a su lado como Marcia Lucas, Paul Hirsch, Richar Chew y hasta el mismísimo Ben Burtt, él no podía dejar de pensar en cómo mejorar el proceso. Para él, cortar con moviolas y cinta adhesiva era como editar con martillo y cincel.


“Era un proceso del siglo XIX,” decía Lucas, con justa razón.

La solución no era sólo una herramienta más eficiente. Lo que Lucas quería era un nuevo paradigma: uno donde la edición no dependiera del orden físico del celuloide, donde pudieras probar versiones, comparar cortes, mover escenas enteras y no tener que subirte a una escalera para buscar un rollo.


Así nació EditDroid.


Un Droide diferente

En 1979, Lucasfilm creó su división de computación bajo la dirección de Ed Catmull (sí, ese Ed Catmull, el que fundó Pixar). Ahí, junto a Ralph Guggenheim, nació la idea de un sistema de edición no lineal que usara videodiscs láser, pantallas conectadas a microcomputadoras SUN y una interfaz que, por primera vez, se parecía más a un videojuego que a una sala de edición.


“Movías un pequeño cursor y decías: ‘Quiero ese’.” — EditDroid: Rise and Fall
Suena básico ahora, pero en los 80 eso era ciencia ficción.

Lo bautizaron EditDroid (porque por supuesto tenía que sonar como un personaje del universo Star Wars) y lo presentaron en la NAB de 1984 con material de Return of the Jedi. La consola parecía salida del set de una estrella de la muerte. No es broma. De hecho, la apodaban así.


Una tecnología adelantada a su tiempo (y a sus usuarios)

EditDroid permitía hacer cosas impensables en la época: consultar una base de datos visual, saltar de toma en toma con precisión quirúrgica, ver transiciones en tiempo real, guardar múltiples versiones de un corte… y todo sin desgastar una sola tira de película.


“Con el EditDroid me convertí en un mejor editor, creo. Pasaba el tiempo editando, no buscando cosas por todas partes.” — EditDroid: Rise and Fall

Pero había un problema. O varios.


Los editores de la vieja escuela desconfiaban del sistema. Y con razón: los crashes eran frecuentes, el almacenamiento era limitado, y el proceso seguía siendo caro y complejo. Además, en ese entonces, la idea de editar “con una computadora” sonaba más a experimento que a herramienta profesional.


A pesar de todo, Lucas lo usó en serio. Por ejemplo, en The Young Indiana Jones Chronicles, donde la posibilidad de regresar a versiones anteriores de una escena salvó más de una cabeza.


La fusión con Avid: la fuerza encuentra su aprendiz

En 1993, Lucasfilm decidió que el negocio del hardware no era lo suyo y vendió EditDroid a Avid Technology, que ya estaba trabajando en sus propios sistemas no lineales. Uno de los ingenieros del equipo de Lucasfilm incluso fue a Tewksbury (sede de Avid) a enseñarles cómo funcionaba el sistema.


“Les expliqué a todos los técnicos de Avid cómo funcionaba el EditDroid.” — EditDroid: Rise and Fall

Así que, aunque Media Composer no sea una droid con pantalla táctil y perilla estilo throttle, sí lleva parte del legado de EditDroid en sus entrañas.


El legado oculto en los archivos de Skywalker Ranch

Hoy, no queda ningún EditDroid funcional. Solo uno fue guardado en los archivos personales de George, entre sables de luz y maquetas del Halcón Milenario. El resto, literalmente, se fue a la basura.


“Es como demoler un edificio histórico y perder el sentido de lo que fue.” — EditDroid: Rise and Fall

Pero su influencia es innegable. EditDroid fue la primera chispa en una cadena de innovaciones que hoy damos por sentadas: desde el montaje no destructivo hasta los efectos en tiempo real y los workflows colaborativos. Fue, literalmente, el inicio de una nueva era para nuestra industria.


Por qué mirar atrás para editar mejor

Conocer la historia de EditDroid no es un simple ejercicio de nostalgia geek (aunque también lo disfruto en ese sentido). Es una manera de entender cómo las herramientas que usamos hoy moldean nuestra forma de pensar el montaje, la narrativa y la colaboración. La postproducción es compleja, sí, pero no porque haya un valor intrínseco en la complejidad. Lo es porque, en este momento, es lo que nos permite garantizar un estándar de calidad, eficiencia y coherencia en equipos cada vez más distribuidos. Como supervisor de postproducción y tecnólogo, me toca estar en medio: conciliar esa complejidad técnica con las necesidades narrativas y creativas de los artistas. Y ahí es donde EditDroid me parece tan fascinante: fue uno de los primeros intentos serios por ponerle tecnología a la intuición. Por eso mirar al pasado no es un ejercicio romántico, sino estratégico. La mejor forma de entender hacia dónde va la tecnología en post, es saber de dónde viene.


Que el 4 de mayo… inspire tu timeline

Así que este May the Fourth, además de ver Empire por quincuagésima vez o (si relamente son geeks de hueso colorado) discutir si la forma VII de Mace Windi le gana a la Makashi del conde Dooku, tómate un segundo para recordar que parte de lo que hacemos cada día (organizar cortes, comparar versiones, probar y falla) fue posible gracias a un grupo de nerds en Marin County que decidieron que la edición podía ser mejor.


Y lo fue.



Fuentes:



 
 
 

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©2024 Daniel Bañuelos

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